Mis Formulas


Nunca he sido bueno en matemáticas. Me parecen asombrosas, admiro la gente que es buena en ello y creo que definitivamente su estudio y aplicación han cambiado al mundo; pero definitivamente no son lo mío.

Recuerdo un episodio en la U cuando perdí Matemáticas 2 con anulada de parcial y todo. Como no era prerrequisito de ninguna otra no la volví a matricular y cuando en el último semestre me quise poner al día para poder tener todos los créditos cumplidos y graduarme sin problema, la materia ya no existía en el pensum. Las directivas no sabían qué hacer, no había cómo ver la materia porque ya no se daba, pero no podían dejar graduar a unos flacos que tenían esos créditos pendientes. Se fueron por la salomónica y creo que la única: Se inventaron un curso express como de 2 o 3 clases de un par de horas cada una y un examen final. Más fácil era imposible. Así gané esa materia y creo que esa fue mi última experiencia con fórmulas matemáticas de ese nivel de complejidad..

Sin embargo, hay algo en el mundo de las fórmulas que me llama la atención, que me atrae, que me parece interesante. Debe ser la forma simplificada de presentar un posible resultado. Debe ser la sensación que genera el estar ante un truco, ante un atajo, ante algo tan organizado y tan exacto que da la sensación de poder acelerar el descubrimiento o la obtención de algo solo 'desmenuzando' lo que hay allí. El caso es que durante los últimos años he ido recolectando y, sobre todo, tratando de poner en práctica unas fórmulas de vida; unas máximas expresadas con esa facilidad que transmiten los signos matemáticos básicos: el más (+), el menos (-) y pare de contar (nunca antes mejor usada la palabra 'contar') y es lo que quiero compartir en esta ocasión.

La primera es la fórmula del cambio. Cambio = Interés - Resistencia. Tomé prestada la base a un autor catalán llamado Antoni Bolinches y la ajusté un poco. Quiere decir que todo cambio representa una resistencia natural en el ser humano y que si esta es mayor al interés que realmente tenemos de ejecutar ese cambio, este nunca va a suceder. Por lo tanto nuestra tarea es aumentar la variable que suma [interés] y disminuir la que resta [resistencia], y para ello necesitamos tres cosas: Primero, introspección para aumentar la conciencia sobre la necesidad de hacer el cambio. Segundo, conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro milenario y neocortex para saber por qué se da esa resistencia. Tercero, modificar nuestro entorno para que posibilite la adaptación del cambio que queremos llevar a cabo.

La segunda es la fórmula de la tranquilidad financiera. Tranquilidad Financiera = Ingresos - Ego. Tomé la base del libro ‘La psicología del dinero' y también la ajusté un tanto. Es clara: si tu ego es igual a tus ingresos no te va a quedar para ahorrar, ni para invertir ni para nada que signifique tener una tranquilidad financiera en el futuro. Si tu ego es mayor que tus ingresos no solo no te va a quedar para esa tranquilidad sino que vas a empeñarla, la vas a comprometer, vas a tener que endeudarte y sacrificar tu tiempo, tu salud y tus ingresos futuros por satisfacer ese ego. Por el contrario, si con tus ingresos cubres tu ego, el diferencial lo puedes destinar a tu tranquilidad financiera a través del ahorro y de la inversión.

La tercera es 100% mía y es la fórmula del Ego. Ego = Lo que crees que debes demostrar que vales - Lo que realmente vales. Tu vales mucho así como eres, con tus errores, tus deseos de superarte, las acciones en pro de ello, todo lo bueno que tienes, etc; y eso que vales es suficiente para la gente indicada, pero si crees que debes demostrarlo haciendo aún más de lo que ya haces y eres, vas a empezar a actuar con ego, con ínfulas de superioridad y desde el 'yoismo', con las implicaciones que eso tiene.

La cuarta es mi favorita, también 100% mía y es la fórmula de la felicidad. Felicidad = Gratitud por lo que tienes - Deseo por lo que te falta. Desear no es malo, aparte de que es lo natural y lo sano, es lo que nos hace progresar, superarnos y mejorar; lo malo es cuando el 'valor de ese deseo por lo que nos falta' es mayor que el 'valor de lo agradecidos por lo que ya tenemos'. La gratitud es la clave, por lo tanto, de la felicidad. Entre más agradecidos estemos, más posibilidades hay de que, independiente de lo que deseemos, siempre estemos en paz con nosotros mismos. La felicidad es ese margen - ese espacio - que se genera entre esa gratitud por lo vivido y ese deseo por lo pendiente de vivir.

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Este articulo fue escrito para el periodico El Faro - Edición de Abril de 2025 y lo puedes ver la versión original aquí.